Me equivoqué contigo

 

Si es que ya te lo había dicho, no puedes esperar que el paso del tiempo ponga todo en su sitio. Algunas dolencias necesitan de cuidados y curas, no basta con creer en su sanación espontánea. La cronicidad de otras tantas requiere un esfuerzo de adaptación que no concibe armisticios. Te convenciste a ti misma de que en la espera hacías honores a tu esperanza y tu entrega, pero solo te has convertido en la esclava de tu inseguridad y tus miedos. La inmovilidad adquirida es la clara evidencia de que te estás dejando perder, pero a mí no me engañas, solo es el fruto de una indefensión aprendida a la que puedes ponerle remedio. La abuela Sonsoles salía todos los días al patio arrastrando su corazón y sus piernas, no importaba si el sol quemaba sus manos o la lluvia empapaba sus ojos. Ella sabía lo que quería hacer y lo hacía. Ni un ciclón hubiera impedido que recogiera las hojas marchitas del laurel de su padre. Pero tú, tú no quieres.

 

* Finalista en el VI Certamen Literario de Relato Breve de Editorial La Fragua del Trovador

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